En la ruta 27

caminos ajenos


Era de madrugada y me encontraba en el cono norte de Lima, el viento frío soplaba fuerte y mi chalina apenas si me abrigaba, además de estar tupida por la humedad del invierno.

Entre la debilidad de las luces de los postes y la calle solitaria, sentía retumbar cada paso que daba rumbo a mi casa, los cartílagos de mis orejas estaban demasiados fríos y la punta de mi nariz helada; con las manos en los bolsillos caminaba resistiendo el viento de aquella noche.

Frente a mí, la larga avenida Pacifico, al parecer interminable, eran las doce de noche y el silencio en esta calle era cortado por algunos autos que pasaban intermitentes; mientras me concentraba en mi avance escuchaba a lo lejos los ladridos de los perros, ya con eso el ambiente estaba completamente hostil sumado a las fabricas que hay alrededor.

A paso firme seguí adelante, sin embargo algo repentinamente cambio la atmósfera que se torno pesada, sentí claramente a mi espalda que alguien se acercaba, de inmediato intuí por el sonido de los zapatos de tacos que sería una mujer, incluso hice el ademan como para dejarla pasar, pero al voltear no vi a nadie, eso me asusto, como cualquier ser común y silvestre me imagino, entonces apresure mi paso acercándome a la avenida principal que estaba más transcurrida;

Una vez seguro a una cuadra antes de dicha avenida principal me pare y voltee a ver lo que pasaba, el viento frio soplo con mayor intensidad en mi oído y escuche claramente una voz susurrandome “ayúdame” mientras a la distancia de dos cuadras vi a una mujer de aproximadamente veintitrés años, esbelta, con minifalda, tacos y una cartera al hombro y su pelo negro largo al viento, lo que viene a continuación es la razón del porque creo que debería contar esta experiencia, la mujer al verse sorprendida y observada corrió despavorida y traspaso la pared de una de las fabricas, el terror se apodero de mí, esto nunca me había pasado de este modo, me quede parado congelado por unos segundo, al reaccionar di la vuelta y a paso ligero llegue a la avenida Gerardo Unger, mientras subía el puente analizaba y coordinaba en mi mente las distancias, a lo mejor pudo entrar a una esquina y sacando cuentas eso no paso, el espectro de aquella mujer se introdujo en una pared, el susurro clamando ayuda podría ser de ella, sin embargo, se oculto al verse descubierta, creé ciertas hipótesis pues a lo mejor sería este fantasma una especie de secuestradora o justiciera de hombres que, sedientos de placeres, buscan en los suburbios a mujeres llegando en mucho de los casos dañarlas hasta causarles la muerte.

Entonces eso podría ser, esta mujer encontró la muerte de este modo, y su alma sigue vagando buscando venganza y no sé si con ello la paz.

Eh vuelto a pasar por la zona ya de día, me eh cuadrado en el lugar exacto donde ese espectro de mujer atravesó la pared incluso en oportunidades pase de noche y se siente cierta pesadez pero ya nada más relevante.

Espero que se vuelva a manifestar y quizá pueda contarles, nos vemos y bueno hasta otra oportunidad.



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